En las prendas de los chagras serranos, en su montura de vaquería, en el arte
rural de los tejedores de riendas, arropado en su poncho, está, oculta y
latente, una parte del pasado del Ecuador. Su historia es la historia
secreta de la sierra ecuatoriana, de sus pueblos, haciendas, caminos y tambos.
El chagra es un mestizo esencial
que logró hacer suyas y traducir a su propia versión vital las
tradiciones, pasiones y destrezas que hace quinientos años trajeron
consigo los conquistadores españoles. Como ellos, el chagra es, ante
todo, un hombre de a caballo. A diferencia de sus tatarabuelos europeos,
usa poncho, pellón, guasca y alforjas, elementos
criollos nacidos de la necesidad y la afición. Pero, de esos distantes
progenitores le viene el gusto por cabalgatas, rodeos, toros de pueblo y
riñas de gallos. De la madre india le queda la sobriedad en el decir, la melancolía en el sentir y esa especialísima forma de percibir y entender el “ashpa mama.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario